miércoles, 9 de marzo de 2016

Visita al castillo de San Clemente de Perarrúa

El pasado martes 8 de marzo un pequeño grupo de militantes del CELE se decidieron a visitar un enclave pirenaico ubicado en el término de un pequeño municipio oscense. Se trata de Perarrúa, una población situada sobre el valle del Ésera, y junto a la cual discurre el río que lleva ese mismo nombre. A escasos kilómetros de la capital de la comarca pirenaica de la Ribagorza, en los Pirineos aragoneses orientales, está ubicado este tranquilo pueblo, dedicado a las labores agropecuarias. A media mañana, sobre las 10-11 de la mañana se inició el ascenso a pie, sobre una carretera asfaltada, en una caminata que duró unos 45 minutos, y a lo largo de la cual pudimos admirar las vistas de incomparable belleza que nos ofrecía el valle, de un verde esplendoroso, entre las montañas, más escarpadas y agrestres, de la zona. 






Sobre un pequeño montículo rocoso, sobre un rincón privilegiado de una de las montañas que preside la citada población, tenemos al castillo de San Clemente, construido a comienzos del siglo XI, y envuelto en una serie de acontecimientos que marcaron las aspiraciones de independencia y autonomía política de los reinos cristianos del norte, asediados por las fulgurantes conquistas musulmanas. 








La particularidad de este castillo es que viene precedido de un asentamiento anterior, del llamado Castro de Pelato, que según las fuentes medievales vigilaba el valle del Ésera junto al de Fantova en tiempos de la Ribagorza independiente, lo cual delata a su vez la importancia estratégica del lugar, que se remonta a tiempos inmemoriales. No en vano, las piedras que cimentan la imponente muralla, hoy día parcialmente destruida, forman parte de asentamientos más antiguos. Las fuentes nos remiten a una construcción más reciente, relacionada con la estancia de Sancho III el Mayor, y su esposa doña Mayor, en fechas más recientes, entre el 1016 y el 1018. En esas fechas el rey navarro inició la anexión del viejo condado ribagorzano amparándose en los derechos sucesorios de su mujer, tras el asesinato de su tío Guillermo Isárnez. 

Tras llegar a las inmediaciones del imponente torreón, se dispuso el acceso al conjunto histórico-monumental a través de unas escaleras que conducían al interior del mismo. 







En lo que se refiere al conjunto arquitectónico y monumental que conforma el castillo de San Clemente, tenemos un foso y un torreón circular u oval, perfectamente integrado en la muralla, y que protegía la parte más vulnerable del conjunto, solamente accesible desde el oeste. Otros elementos del perímetro amurallado los conforman la iglesia de San Clemente, construida en el siglo XVI, junto a los cuales todavía se conservan dos aljibes. La Iglesia consta de una nave sencilla y de reducido tamaño, el aparejo utilizado es muy desigual, lo que delata un trabajo irregular desarrollado por albañiles locales. 











Tras reponer fuerzas y visitar el interior del conjunto amurallado el pequeño grupo de militantes del CELE se dispuso a iniciar el descenso, no sin citarse nuevamente para emprender otra visita a los muchos enclaves pirenaicos que nos recuerdan una parte importante de nuestro pasado, así como de nuestra propia identidad como españoles y europeos, durante esa época tan lejana, como heroica y llena de mística, que representa el medievo y a los reinos cristianos, empujados por el avance musulmán a pequeños reductos montañosos para poder sobrevivir.